Si tuviese que resaltar una sola cosa de mi proceso con María José, resaltaría las risas. No solo porque reír sea beneficioso para la salud por la liberación de endorfinas, sino porque entre risas crecí y me desarrolle como persona y como mujer.
En mis terapias aprendí que en todo lo que me había pasado hasta entonces, esas cosas que no entendía y que tan perdida me hacían sentir, en todas ellas, había una gran parte de mi responsabilidad. Aprendí que preocuparse no soluciona nada, es mucho mejor ocuparse y poner cada cosa en su sitio. Aprendí que no sirve de nada releer mil veces el futuro intentando darle otra forma, que es un error culpar a los demás de nuestras emociones y que estaba perdiendo mi tiempo y mi energía buscando respuestas en todas partes menos donde realmente estaban que era en mi interior.
Cuando llegué a María José, creía tener un montón de problemas, creía que todo me salía mal y que no tenía suerte en ningún aspecto, creía que nunca sería capaz de tomar decisiones con firmeza, y que nunca podría ser feliz porque algo innato en mi mente no funciona bien. A todo esto que a mí me causaba un estrés profundo, ella le llamó RUIDO, sin más, una sola palabra era la responsable de todo. Cuando entendí que quería decir , no me extrañó que me costase tanto tomar decisiones ni que lo que hoy me parecía blanco ayer me resultase negro , con tantos pensamientos formando RUIDO lo más normal era sentirse perdida .
En ese momento empezamos a trabajar, con ayuda de María José aprendí a silenciar el RUIDO de mi mente y como por arte de magia comencé a escuchar lo que había en mi interior, en poco tiempo ya podía tomar decisiones con firmeza podía diferenciar un pensamiento de un sentimiento y lo más importante, entendí que yo era la responsable de mi vida y que estaba preparada para hacer con ella algo bonito, sin esperar a que la suerte me acompañase, a que los demás cambiasen o a que ese gen defectuoso que creía tener desapareciese. Aprendí a escucharme a respetarme y a quererme más que a nadie en el mundo y otra vez como por arte de magia sentí que no había cambiado nada simplemente había conectado con mi esencia algo que nunca había desaparecido, sino que estaba enredado con el ruido y no era capaz de sentir.
Con ayuda de María José cambió mi forma de mirar las cosas, a las personas y el mundo en general. Al sentir un amor profundo por mí aprendí a ver las cosa con amor y como por arte de magia, como se suele decir en los cuentos mi mundo cambió de color.
Hace ya bastante tiempo de mi terapia y a día de hoy sigo pensando en María José como aquella estupenda guía y acompañante que me recordó y ayudó a ser feliz y que además me enseñó que las cosas tiene la importancia que les quieras dar que no hace falta estar triste o deprimido para ir a terapia, y que entre risas y con la actitud adecuada es más bonito crecer.
Gracias por tu trabajo, por la gran persona que eres y por lo cómoda y querida que me hiciste sentir. Te llevo en mi corazón con mucho cariño.
(Nuria S. Diciembre, 2019. Elche)