En septiembre de 2015 mi vida empezó a tambalearse. Un auténtico terremoto había dado al traste con mis pilares: cambios en el trabajo, mudanza, ruptura sentimental… En verdad sentía que no podía yo sola con toda esa situación, y hablando con una amiga llegué a María José, que con todo el cariño y profesionalidad del mundo me ayudó a reconstruirme.
Después de una primera toma de contacto en la que le conté cómo había llegado hasta allí,todas las sesiones fueron fluyendo. Lo primero fue hablar de mi origen, de mi familia, de mi cambio de país, y de cómo había transcurrido mi vida en general. A partir de ahí, en cada sesión encontramos un punto que tocar… Cada vez que salía de la consulta, me iba a casa pensando en lo que habíamos hablado, y sintiendo que había descargado un poco de todas las cosas que durante años me habían complicado.
No se trataba solo de un terremoto en aquel momento, se trataba también de cuentas pendientes por resolver (asuntos familiares, duelos interrumpidos, rupturas no superadas…)
Así que lo primero que supe es que toda mi vida había estado cargando una mochila de cosas que me pesaba a la espalda y debía empezar a vaciar.
Durante los primeros meses nos vimos semanalmente, para luego pasar a un tratamiento quincenal y progresivamente los fuimos distanciando.
Lo que podría decir de este tiempo es que aprendí muchas cosas, de mí, de mi pasado, de mi momento actual y de cómo hacerlo en el futuro. Fui recolocando mi lugar en el mundo, en mi nueva casa, en mi trabajo, con mis compañeros, y volví a ser la que era antes, desprendiendo felicidad y energía. Entonces María José y yo coincidimos en que era momento de que siguiera sola mi camino. Ahora me encuentro totalmente recuperada y en estos ochos meses di un cambio radical. Vuelvo a sentirme en paz con el mundo que me rodea y, lo más importante, conmigo misma.
Por supuesto, se trata de un camino que uno debe querer andar, pero María José es una excelente guía para aprender a conocernos y saber por dónde debemos ir en cada momento.
Es necesario poner mucho de nuestra parte si realmente queremos saldar las cuentas pendientes, tanto con los demás como con uno mismo.
(Marina. N. Junio, 2016. Madrid)