… La felicidad de uno mismo no depende de las personas que están a nuestro alrededor. Y es por ello por lo que no podemos culpar a nadie de nuestra «infelicidad» , así como tampoco asumir nosotros la responsabilidad de la felicidad de otras personas. De lo contrario, aparecerán las cargas innecesarias, y las culpas. A demás, si delegamos el poder, o el control de nuestra propia felicidad en otra persona externa a nosotros mismos, también estaremos dándole a ésta el espacio y el permiso necesario para que controle nuestros deseos, nuestros proyectos, nuestra vida, nuestras emociones, nuestras ilusiones, nuestras decisiones, nuestra identidad…